Leyendo esta mañana un
artículo de James K. Galbraith sobre la Crisis de la Eurozona, he tenido tiempo de reflexionar sobre los verdaderos motivos de esta crisis, y sobre los "damnificados" por sus consecuencias.
Varios son los aspectos sobre los que quiero incidir.
El primero de ellos, es la insistencia por parte de Alemania de evitar que el
BCE se haga con un control supranacional de los bancos de la
Eurozona, refinanciando la deuda de los diversos paises en problemas y evitando así que los distintos colores políticos de cada pais puedan lastrar la recuperación económica de todo un gigante como la
Zona Euro. Además de mostrar a las excesivamente poderosas agencias de calificación y a los mercados en general un cambio de tendencia que justificaría la disminución de las primas de riesgo de
Grecia, Italia y España, así como la mejora de la calidad de la deuda de estos y mas paises de cara a una rápida y evolucionada recuperación.
¿Que intereses ocultos tiene Alemania, y mas en concreto, su canciller Angela Merkel para seguir lastrando a los paises en problemas? ¿Tendrá algo que ver los intereses de los prestamos de ciertos bancos alemanes a paises en problemas? ¿Es la señora Merkel quien realmente gobierna en Alemania?
Como suelo repetir a menudo, cuantas preguntas sin respuesta. Y mientras tanto, la mayoría de los medios informa únicamente de "asuntos menores".
Segundo, el famoso, y hasta hace poco desconocido para mi
Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Pues bien, el dinero de los "préstamos" que realiza el
FEEF, solo será desembolsado cuando el interés que pidan los mercados sea considerado demasiado elevado de cara al reembolso del principal mas los intereses.
¿Es posible que ciertos especuladores estén alineados con el Gobierno Alemán para sacar beneficios de operaciones de venta de deuda?
¿Sabeis quien es el encargado de autorizar las operaciones de compra - venta de deuda en la Eurozona?
La
Oficina Alemana de Gestión de Deuda.
Puede que me esté volviendo un poco paranoico con este tema, o puede que la relación de todo esto sea real, no lo se. En cualquier caso es bastante sospechoso, ¿no creéis?
Y por último, y tras este comentario tenéis el
artículo íntegro de James K. Galbraith, he sacado una frase del mismo que me llama mucho la atención y que enseguida me ha recordado a una película,
Wall Street 2, que para los menos avezados en economía puede ser de utilidad:
"Riesgo Moral".
El
Riesgo Moral hace referencia a la posibilidad de rescatar entidades financieras, o incluso paises, en problemas. Si han hecho las cosas mal y los rescatamos, ¿que les impedirá volver a endeudarse hasta que llegue un límite en el cual no pueden pagar?
Y aquí quiero hacer una distinción, que muchos parecen olvidar. El riesgo moral de una entidad financiera o banco no es el mismo que el de un pais.
En el primer caso, el riesgo moral es el de una empresa privada que concede créditos sin que se cumplan los requisitos mínimos exigidos para la devolución de los mismos. Voracidad pura y dura es lo que exhiben estas entidades.
Es decir, yo, señor X trabajador de la construcción, voy al banco hace unos años y pido una hipoteca para comprarme un piso. Los señores del banco, muy amables ellos al preveer un aumento en el saldo de beneficios de su cuenta de resultados, me ofrecen un poco mas y con ello poder comprarme un coche nuevo, y de paso irme de vacaciones y comprar los regalos de navidad para mis hijos.
Por otra parte, el banco sabe que el mercado inmobiliario es una burbuja que puede explotar en cualquier momento dejandome a mi, trabajador de la construcción, con mi familia en la calle, una deuda que no podré asumir y sin hogar, y ya para que hablar del coche o del dinero de las malditas vacaciones que nunca debí haberme gastado o siquiera aceptado.
Os preguntareis como sabe el banco que
el mercado inmobiliario es una burbuja.
Pues bién, porque ellos son los mismos que han concedido hipotecas a los clientes finales y préstamos a las constructoras e inmobiliarias. Y lo que es peor, tienen el poco acierto de arriesgar el dinero "no real" de esos préstamos apalancándolo en
productos financieros de altísimo riesgo y pocas garantías de reembolso siquiera del principal.
En resumen, el banco concede las hipotecas y los prestamos para hinchar
la burbuja inmobiliaria. Y en vez de asegurar ese dinero, que en realidad no es real hasta que se acaban las obras, por parte de las empresas, o se finaliza de pagar el crédito, por parte de los clientes finales, lo invierten, "inyectándole esteroides" (apalancamiento), en productos financieros cuyo devenir será incierto. Y todo esto auspiciado por los grandes bancos europeos e internacionales. Así como por las famosas
Agencias de Rating, otras grandes interesadas en que les comprasen esos arriesgados productos financieros a las entidades por las que están participadas.
¿Resultado? El tinglado se cae cual castillo de naipes en el aire. Al primer estornudo, la pulmonía se vuelve mortal. Ni siquiera los buenos antibióticos consiguen recuperar al paciente. Y los antibióticos que si que podrían, no están disponibles para este paciente porque hay otro que los está acaparando.
Y que tengan los santos ... de hablar de riesgo moral cuando el riesgo propiamente dicho son ellos. Que hipocresía.
Mejor dicho, ¡¡que verguenza!!
Y entonces, ¿que ocurre con los paises? Pues lo de siempre. Que tienen unas figuras que son los que lastran la evolución económica de los ciudadanos y se suelen guiar por intereses propios y por el ansia de poder, los políticos.
Los políticos, pese a que declaren abiertamente su independencia, están claramente influenciados por los grandes magnates bancarios, y muchas veces "atados en corto" por estos.
Por lo que el riesgo moral de un pais no es tal, sino que a la postre quien sigue siendo el promotor de ese riesgo es el banquero de turno.
Como me parece que ya me he extendido mas de la cuenta y me gustaría que reflexionaseis por vosotros mismos este tema, aquí os dejo integramente reproducido, y
extraido del Diario Público, el artículo de James K. Galbraith sobre "La crisis de la Eurozona". ©
Salon.com."La crisis de la eurozona es una crisis bancaria presentada como una crisis de deudas nacionales y complicada por ideas económicas reaccionarias, una arquitectura financiera defectuosa y un medio político tóxico, especialmente en Alemania, Francia, Italia y Grecia. Al igual que en EEUU, la crisis bancaria europea es resultado de un exceso de crédito a prestatarios débiles: para vivienda en España, para inmuebles comerciales en Irlanda, para el sector público en Grecia. Los bancos europeos se apalancaron para comprar hipotecas tóxicas estadounidenses y, cuando estas colapsaron, comenzaron a deshacerse de sus débiles bonos soberanos para comprar otros fuertes, empujando al alza las primas de riesgo y sumiendo a la periferia europea en la crisis. Grecia era simplemente la primera pieza de dominó. En todas las crisis de este tipo, la primera defensa de los bancos es clamar sorpresa – “¡Nadie lo podía haber sabido!”– y culpar a sus clientes de ser imprudentes y tramposos. Esto es cierto, pero oculta el hecho de que los banqueros fomentaron mucho los créditos mientras les reportaban grandes beneficios. Esa clase de defensa funciona mejor en Europa que en EEUU, porque las fronteras nacionales separan a prestamistas de deudores, aliando a los líderes políticos de Alemania y Francia con sus banqueros y permitiendo agitar un relato nacional-racista del tipo “griegos perezosos”, “italianos irresponsables”, etc. Apuntalar el poder de los bancos en la Europa prestamista responde a una sensibilidad calvinista que ha convertido los superávits en señal de virtud y los déficits en sinónimo de vicio, transformando en fetiches la desregulación, la privatización y el ajuste orientado por el mercado. A medida que se desarrolla este proceso, los alemanes cosechan las rentas y aleccionan a sus endeudados clientes para que recorten salarios, vendan sus activos y renuncien a sus pensiones, colegios, universidades, servicios de salud (muchos de los cuales eran ya de segunda clase). Últimamente, las lecciones se han convertido en órdenes, dictadas por el FMI y el Banco Central Europeo (BCE), lo que transmite a los nuevos peones europeos de la deuda el mensaje de que ya no viven en estados democráticos. La arquitectura de la eurozona empeora aún más las cosas en dos sentidos. Primero: la UE ha pagado durante años alguna compensación a sus regiones más pobres, pero esos fondos estructurales nunca han sido adecuados y hoy están bloqueados por unos requisitos de copago casi imposibles de cumplir. Además, la eurozona carece de canales de redistribución interregional para los hogares que ha desarrollado EEUU en muchos ámbitos. Segundo: el BCE rehúsa resolver la crisis de un golpe, lo que podría hacer comprando bonos de los países débiles y refinanciándolos. El argumento para no hacerlo es el denominado “riesgo moral”, basado en miedos rancios a la inflación; pero el motivo real es que hacerlo supondría a los prestamistas admitir una pérdida de control sobre el BCE. La eurozona ha preferido crear un gigantesco CDO tóxico llamado Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que podría convertirse pronto en un gigantesco CDS aun más tóxico (al igual que AIG, lo llamarán “seguro”). Esto puede postergar el pánico, a lo sumo, durante un tiempo breve. Las soluciones técnicas existen. La más desarrollada es la Propuesta modesta de Yanis Varoufakis y Stuart Holland. Consiste en: 1) Convertir hasta el 60% del PIB de la deuda de cada país de la eurozona en un bono común europeo, emitido por el BCE; 2) Recapitalizar y europeizar el sistema bancario, rompiendo el control de los bancos nacionales sobre los políticos nacionales; y 3) Crear un programa estilo New Deal de proyectos de inversión a través del Banco Europeo de Inversiones. Otras propuestas incluyen la de Kunibert Raffer, que plantea un régimen de insolvencia soberana inspirado en el estatuto municipal de quiebra de EEUU; la de Thomas Palley, que sugiere un nuevo “banquero gubernamental”; o la de Jan Toporowski, partidario de un impuesto sobre el balance de los bancos para retirar el exceso de deuda pública. Son las mejores ideas y ninguna se pondrá en práctica. La clase política europea es, en estos días, una materia forjada por desesperados banqueros y votantes furiosos, no menos en Alemania y Francia que en Grecia o Italia. Los discursos están cerrados a las ideas frescas y la supervivencia política se basa en ir pateando latas en la calle con tal de no afrontar que esta es una crisis bancaria. La suerte de los débiles es, en el mejor de los casos, incidental. Así, cada encuentro de ministros de Finanzas y primeros ministros resulta en peligrosas medidas a medias y evasivas legales. La fragilidad política también explica la furia en Alemania y Francia cuando Yorgos Papandreu intentó cortar el nudo de sus ministros rebeldes, la oposición irresponsable y la ciudadanía iracunda sometiendo a referéndum el último paquete de austeridad. La maniobra le resultó fatal a Papandreu. ¡Dios ayude a los banqueros! Grecia e Irlanda están siendo destruidos. Portugal y España están en el limbo y la crisis se desvía a Italia, que está siendo colocado bajo una receta dictada por el FMI mientras escribo estas líneas. Mientras, Francia lucha por retrasar la (inevitable) degradación de su rating AAA recortando cada programa social y de inversión. La Europa deudora se está deslizando hacia la ruptura social, el pánico financiero y, en últimas, la emigración, que se presenta, una vez más, como la salida para muchos. No obstante –y esta es otra diferencia con EEUU–, la gente allá no ha olvidado por completo cómo luchar. Las manifestaciones y huelgas generales van en aumento. Nosotros estamos en el punto en que las estructuras políticas no ofrecen ninguna esperanza y el testigo ha de pasar, más bien pronto, a manos de la resistencia. Quizá esta no sea capaz de mucho… pero ya veremos."Otros artículos de interés: